El efecto radiante de un trago de tequila

Por Brenda Trujillo

Por Brenda Trujillo

Memorias de ¿una posible adicta? ¿o de una verdadera apasionada al alcohol?

Me gusta la noche, pero mi luz del día, es cuando siento ese ardor profundo y momentáneo en mi garganta, acompañado de una ráfaga de calor…

Cada día Amanda se trepaba al automóvil que dejaba en la cochera de su vecino y emprendía camino ¿al trabajo? Eso parecía, a ese lugar típico, entrañable y con variedad de pasillos, algunos vacíos, otros tapizados de cubículos con escritorios y sillas. Algunos se veían más estéticos, otros no tantos, el de los jefes estaban más modernos, obviamente.


Entre el personal presente se encontraban jefes de información, diseñadores, los community manager, editores web, redactores de notas periodísticas y reporteros. La famosa Amanda era editora web y se destacaba por escribir y revisar perfectamente las notas; sin embargo, en los últimos meses, había verificado con menos ahínco la sintaxis, pues creía que sus compañeros redactaban de una forma muy básica y sería muy difícil enseñarles a transmitir adecuadamente un suceso o idea de manera atractiva.


Actualmente, existían muchos medios de comunicación, sobre todo periodísticos, en los cuales todos poseían cierto grado de presunción, pero realmente ninguno era mejor, solo que algunos tenían más prestigio, por la trayectoria de décadas o lustros. Únicamente por eso.


Poco a poco, Amanda había perdido credibilidad en su profesión, especialmente en ciertos ámbitos como en los periodistas, ser uno más, uno menos. Claro que, prevalecían comunicadores muy buenos, los cuales a veces eran y son silenciados eternamente por la lucha hacia la verdad o sus investigaciones precisas que comprometen a la política, personajes con poder o a la misma sociedad.


La periodista y escritora frustrada, desde hace algunos cuatro años, empezó su caminata por dichos lares. Tenía talento ¡Sí! Pero, estaba estancada en cierta medida, porque las oportunidades no se habían dado como ella quiere y también, en tiempos pasados, desaprovechó algunas por sus amores desenfrenados y placeres apasionados. No obstante, no lo reconocería abiertamente, así que lanzaba injurias contra la sociedad, porque acorde a su visión, la gente en general, la común y la corriente, no está preparada para cierta clase de “cosas”, no tiene el suficiente criterio por ejemplo para entender el poliamor, la poligamia y la falsedad de algunos rubros de la moral.


Amanda se encontraba divagando, hasta que su jefe de información le preguntó que, si ya tenía la nota exclusiva del partido político ganador en la alcaldía de Chihuahua, pues quería revisarla para comprobar lo positivo y los elogios que debían escribir acerca del edil. Ella asintió y pensó. “¡Otra nota más! ¡Medio falsa, llena de adornos! ¡El poder de la información, seguro sí, pero del modo más conveniente!


En fin, a Amanda últimamente ya no le importaban muchas cuestiones que antes sí, le tenía cariño al periodismo, pero también había tenido múltiples experiencias que la empujaban a decepcionarse. Tal vez, tendría que cultivarse respecto al periodismo de investigación…


Siendo un día más, dentro de la jornada laboral, había una situación que la ponía feliz. No le daba vergüenza admitirlo. Ese trago de “Don Julio”; más bien serían tragos. La emocionaba. Vio su reloj. Faltaban como tres horas para arribar a casa, sentarse, meditar y tomarse ese tequila. Ese pensamiento le dio motivación para terminar con éxito sus labores.


Más tarde, caminaba bajo la noche y vio una tienda nueva, tenía puertas de cristal y en los escaparates se veían unas relucientes botellas de cerveza, importadas de diferentes países. Decidió entrar y se compró tres cervezas alemanas.
Se sentía feliz y devastada al mismo tiempo. Dos días antes había terminado con uno de sus novios porque quería su privacidad, asimismo no contestaba las llamadas de su familia porque no quería y además, también le comunicaron que la convocatoria para irse a trabajar y vivir a Irlanda se había cancelado, pues ingresó una solicitud.


¡Puras frustraciones, pero su resignación ya era más evolucionada! Ya se hallaba en su morada, escuchando la melodía de “La danza de la muerte” de Michael Wolgemut, así que destapó su cerveza alemana “ERDINGER, dunkel” y la saboreó como cuando estas a la orilla del mar o en la cima de la montaña y observas un bello panorama. Posterior a ello, se sirvió tequila en una copa pequeña y se tomó un fondo. En el trago sintió el disfrute de la vida, allá afuera se encontraba el pesar de la vida. Una vez generado dicho pensamiento, se volvió a servir y sonrió para sí misma.

Más de la autora Brenda Trujillo:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *