Los laberintos de la psicología

Por Brenda Trujillo

Por Brenda Trujillo


Una dolencia física también provoca desconsuelo y es posible la cura. Sin embargo, una dolencia emocional podría generar un daño físico sin remedio… Quizá una autodestrucción planeada, de forma inconsciente…


Las personas tienden a ser prejuiciosas, hasta que les ocurre una situación que les desdibuja su creencia. Hay miles de estereotipos, tabúes y prejuicios, pero hoy particularmente se aborda la salud mental, la que engloba los pensamientos y emociones en beneficio o perjuicio del ser humano.


Los dolores internos son los más profundos. Los daños del alma son menos notorios que los físicos, por ello, en ocasiones, se le restan importancia. Ante una herida física, la muerte es inmediata, pero ante una herida mental o emocional el deceso es más lento; por ende, más torturador. El primero requiere de atención instantánea; el segundo pasa desapercibido, pero el final puede ser fatal.


En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebróesta semana el 10 de octubre, se pretende incentivar a la concientización y reflexión acerca del estado mental de cada individuo. Si una persona experimenta pesadumbre o siente que su alrededor y su vida se desmorona, es idóneo acudir con alguien de confianza, pero también con un profesional como psicólogo o psiquiatra…


En este punto, es donde empiezan a surgir tabúes o cuestionamientos respecto a dichos auxiliadores.


Por ejemplo:
“Yo no necesito acudir con un psicólogo”.
“No estoy loco”.
“Yo ya sé lo que debo hacer para sentirme mejor”.
“Solo voy a perder mi dinero y a pagarle a alguien para que me escuche”.


Son declaraciones superficiales que no analizan el trasfondo. No se necesita estar loco para asistir con un profesional de la salud y es un servicio que se provee, a veces de forma gratuita y otras con costo, depende si la institución es pública o privada, así como los médicos y escuelas existentes, en sus diferentes rubros; los particulares en su mayoría, es más probable que atiendan mejor. Es una realidad.


El psicoanalista Sigmund Freud, mencionaba que la mente es reducida como un iceberg, ya que lo demás se resguarda en el subconsciente. Ahí radica la labor del psicólogo; hacer evidente lo que no trasluce a simple vista y lo que no se quiere admitir (el conflicto humano del caos interior), lo que uno es capaz de pensar y accionar (tanto en lo positivo como negativo), pero que se desconoce.


El machismo y lo tradicional se opone a los lares psicológicos. Actualmente, en el ámbito laboral se trata de que haya un departamento de justicia o quejas ante el maltrato, lo cual se relaciona con la prevención de perjuicio contra la salud mental para que persista como un derecho universal. Aun así, no está lo suficientemente fortalecido y esa es la verdadera batalla.


Ejemplificando el asunto, en un centro de trabajo es válida una receta por un accidente, enfermedad o dolencia física.

Una molestia mental o emocional no es justificante; una crisis de este tipo se debe trascender de otro modo; eso es lo que han inculcado, pues el desborde o choque de sensibilidades debería ser más controlable. Claro que, la resiliencia es muy útil pero el manejo de la misma no se efectúa de forma unitaria, sino a través de un acompañante.


Así que la psicología no es superflua. En el medio social que se vive ahora, incluso es más necesaria por la demanda capitalista y millenial. La búsqueda del posicionamiento (¿Quién soy?, ¿Dónde estoy ahora) es una lucha cotidiana.

Lección o frase del día:
Si no te llama la atención o desprecias la idea de asistir con un especialista de la salud mental, es válido. No obstante, no critiques a quien sí lo procura o lo intenta, eso es lo inadmisible; porque posiblemente en un futuro podrías necesitarlo, aunque no lo aceptes. Elección propia, sí se ejecuta o no.
En el proceso, puedes descubrir caminos sorprendentes, interesantes, pacíficos y agradables, pero lo más interesante es cuando encuentras lo desagradable, temeroso, cosas inimaginables o escenarios que no te creías capaz de vivir o cometer. He ahí el sentido de la existencia.

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