Brenda Trujillo
Un rasgo muy común del ser humano es su constante inconformidad, pues siempre busca más y más, pasa determinado tiempo y puede desear otra cosa diferente, vive en constante lucha por algo mejor, la inconformidad general del humano es vista como positiva, en el sentido de querer progresar, aspirar a ser mejor y es lo que le permite innovar o reinventarse, explotando sus potencialidades.
Dicha inconformidad es buena y exitosa; pero aquí se abordará la conjunción y confusión que puede haber entre la inconformidad y mediocridad, específicamente de algunos habitantes mexicanos, pues es muy diferente estar inconforme por la injusticia que rige en los estados y emprender acciones para combatirla, o bien, ser un supuesto “crítico social” que asegura que el país está en muy malas condiciones, pero no reflexiona acerca de su propio actuar, literal, no hace nada y únicamente se dedica a criticar y tirarle pura blasfemia a los gobiernos y a las autoridades.
Los gobiernos no resuelven todos los problemas, no son dioses, son facilitadores de brindar oportunidades y recursos en diversos ámbitos (economía, educación, sociales, rurales, laborales, alimentarios y prácticamente en la mayor parte de los rubros), tienen gran responsabilidad con la ciudadanía y con sus electores, pero no TODO lo que ocurra a su alrededor es culpabilidad o mérito suyo.
No es fácil ser mandatario o Ejecutivo de Estado, la política tiene muy mala fama en México, ya que se considera que en gran parte los funcionarios públicos buscan enriquecerse y no se niega que ALGUNOS SÍ PRETENDAN ÚNICAMENTE ESO, pero el problema del ciudadano mexicano es que habla sin conocer y él o ella no coopera para una sociedad más justa, igualitaria y más fructífera.
¿La ambición sin trabajar o avorazado por necesidad?
Mucho trabajo no significa ganancias excesivas, ni el poco trabajo implica pobreza. De ahí se deriva una sociedad desigual, donde las oportunidades son muy dispersas y las personas con talento no siempre tienen el empuje para avanzar en sus aspiraciones profesionales o intelectuales; por ende, tampoco en lo económico.
El segundo panorama, el cual también podría ser injusto, radica cuando las personas empiezan desde abajo (puede ser la clase baja o media), se instruyen adecuadamente y poco a poco, van alcanzando sus metas profesionales y económicas, acorde a su nivel de estudios ascienden. No se conforman y le buscan hasta encontrar, saben que es difícil, pero no se rinden y lo logran.
Sus antagonistas son los que se rinden fácilmente y entonces, entran en una zona de confort, excusándose de que la situación en el país es muy complicada y jamás podrán hallar algo “ad hoc” para ellos. He ahí donde surge la crítica de que quieran una buena vida, pero sin gran esfuerzo, son ambiciosos perezosos.
La polémica raya en que sí lo son o realmente, se presentan muchas limitaciones para conseguir trabajo, dinero y éxito. Por ejemplo, los programas sociales que ofrece el actual Gobierno Federal son reprobados por algunos sectores por esa misma razón como el de “Jóvenes Construyendo el Futuro”, el cual aporta a los muchachos una beca ante la falta de oportunidades de empleos, pero los beneficiarios son denominados “ninis”, porque se considera que es muy fácil inscribirse y obtener el beneficio.
La verdad es que no siempre hay reglas generales y hay que procurar no etiquetar, a veces cada caso requiere de un análisis profundo. Desafortunadamente, normalmente prevalece una mayoría en las diferentes situaciones, pero lo que sí es certero es que algunos mexicanos forjan la mediocridad, unos son muy listos y potenciales, pero hay otros aprovechados, quienes dejan en mal la reputación de los demás habitantes. Sin embargo, la idea es disminuir el pensamiento conformista en el sentido negativo.