Por Brenda Trujillo
Una evolución,
Un cántico,
Un acordeón,
Un eco.
El día poseía esos sabores,
Los cuales me dominaban,
Como esos fatuos placeres,
Pero ahora ellos no predominaban.
Los tentáculos del vicio,
Me querían jalar otra vez,
Pero vislumbré un bullicio,
Una luz; la esperanza del pez.
¿Un pez? Sí. La paz.
El reflejo de mi rehabilitación.
Claro ¿Si es que soy capaz?
El mar me incita a esa proyección.
Si el tiempo oscuro,
Imperó por temporada,
La adicción con mayor aforo,
Es momento de la estampida.
Si continúa el fango,
Es mi dulce decisión,
Mi caótica destrucción,
Quiero estar conmigo,
Eso deseo, la elección,
La de mi alma y su cocción.