Por Brenda Trujillo
La calaca vino a asomarse, parecía una noche cualquiera, lo que no se sabía es que se llevaría a la dulce mujer que estaba dormida. Ya no despertaría. Sus parientes maldijeron a la huesuda, la retaron y también se los llevo, a los pocos días.
Los cuestionamientos acerca de la muerte son infinitos; abarca interrogantes existenciales, emocionales, culturales, sociales, entre otros. Son imparables, porque aunque muchos le temen en demasía será inevitable.
El tiempo nos arrastra a aceptar la muerte, el proceso de la vida: nacimiento, el desarrollo de las etapas como la niñez, adolescencia, adultez hasta el momento determinante del deceso.
La muerte te puede agarrar en cualquier momento, sea temprano o tarde, sea joven o viejo, y es muy dolorosa. Pero también es el pan de cada día; es la naturaleza y también un negocio.
Cuando la vemos de lejos nos quedamos silenciosos, reflexivos, podemos ser más objetivos, cuando está más cerca somos más apasionados y la consideramos injusta, sobre todo si ocurre un evento inesperado como la muerte de un hijo, una enfermedad terminal, un trágico accidente o un asesinato, a alguien que queremos.
Sin embargo, la clave radica en convertir a la muerta en nuestra amiga. Es insoportable. Sí. Empero, necesitamos abrazarla, aunque suene extraño, pues entre más la aceptemos, sin ofender su función, más podremos entenderla y tender una mano hacia ella, cuando se aproxime.
Asimismo, un paquete funerario no está de más, de hecho en la cultura mexicana no se prevee tanto como en otras, pero lo ideal es adquirirlo para que en el momento de la partida eterna ya se tenga apartado el lugar en el que reposaremos.
La gente no quiere pensar en eso, o tiene la superstición siguiente: “si adquiero un paquete funerario llamaré a la muerte o me moriré”, de que ocurra en algunas ocasiones es circunstancial, pero es un bien necesario, ya que la calaca no avisa, es sorpresiva.
Se recomienda adquirir paquete funerario de PABS, Programa de Apoyo de Beneficio Social, el cual tiene accesibilidad de precios.
Así que tengamos respeto por la muerte, no hay que huir, claro que tampoco estarla buscando, pero mantener una correcta sintonía con ella para que cuando entremos en su laberinto nos sintamos pacíficos.