Washington, 11 jun (Prensa Latina) Romper cosas o salir a correr son inútiles para reducir la ira; la mejor forma de enfrentar el sentimiento es la meditación, el mindfulness (atención plena) o ejercicios de respiración para relajar los músculos, se conoció hoy.
Así lo confirmó un nuevo estudio publicado en la revista Clinical Psychological Review que reveló cómo desahogarse liberando energía es lo que apetece en momentos de rabia, sin embargo; las actividades más efectivas a la hora de bajar un enfado son las que reducen el nivel de activación.
Para llegar a esa conclusión, la autora del hallazgo, Sophie Kjaervik, psicóloga especialista en agresión e ira e investigadora posdoctoral en la Virginia Commonwealth University, revisó 154 estudios que exploraban la eficacia de distintas actividades a la hora de reducir ese nivel de excitación al que conlleva la furia.
Encontró que las actividades relacionadas con golpear objetos o hacer ejercicios físicos fuertes pueden supuestamente aplacar el enojo, pero su efecto dura solo unos minutos y no sirve a largo plazo.
Por ello es mejor las funciones que tienen un componente cognitivo (la meditación y el mindfulness), en las que, “no solo intentas relajar el cuerpo, sino también la mente”, afirma la experta.
Otro hallazgo interesante del metaanálisis de Kjaervik es que no todas las actividades que aumentan la activación son inefectivas a la hora de manejar la rabia: los deportes con pelota y actividades como el aeróbic sí logran mejorar el humor.
“Creemos que es por introducir el elemento del juego, que genera emociones positivas y contrarresta la rabia. No puedes estar contento y enfadado a la vez, es imposible”, aseguró.
La ira es una emoción natural, y según varios especialistas, en ocasiones puede ser incluso algo útil “para movilizar recursos y enfrentar obstáculos”.
Sin embargo, también puede llevar a acciones impulsivas y agresivas que pueden causar daño a uno mismo o a otros, ya sea física o emocionalmente.
Kjaervik añade que la ira es mala para el corazón y refiere un estudio reciente, publicado a principios de mayo, en el cual se indica que incluso los episodios breves de ira reducen la capacidad de dilatación de los vasos sanguíneos, lo que se relaciona con un mayor riesgo de infarto.