Por Brenda Trujillo
Te condenas al profesar tu pronto sueño eterno.
Te encadenas al evidenciar los posibles perjuicios cometidos por ti.
Te encarcelas al aferrarte al éxtasis momentáneo.
Has cruzado el horizonte de lo permitido.
¡Claramente, primero de forma exitosa, después de manera excitada y finalmente, de un modo escandaloso!
Estabas tan campante; aprendiendo, en los laberintos de un bosque, corrías, te divertías, aún poseías inocencia.
Aspirabas escalar varias montañas, parecían peligrosas y atractivas. Eras de las primeras candidatas para poder trascender. Tus camaradas competentes sabrían tu llegarías primero.
Entre la ingenuidad y malicia, te rodeabas. Por un lado, la intrepidez de la juventud y por otro, la crueldad de la realidad aún no vislumbrada.
Siendo una alma precoz con orígenes auténticos, perseguiste el camino de las oportunidades que se mostraron ante ti de forma muy fluida.
Primeramente, las valoraste y era admirable, posteriormente las explotaste.
Tus dotes se mantuvieron durante buen tiempo en la cima, pero oscilando entre el profesionalismo y el hedonismo. Parecía que era posible, hasta que sobrepasó el fuego.
En la cumbre, hubo éxito y entusiasmo, pero luego predominó la confianza, ligereza, despilfarro. Por ende, se aproximó el declive.
Cabe mencionar, que existieron remedios para curar la quiebra. En la terquedad, se invirtieron de mal modo. Apareció la factura.
La crisis.
El devenir.
La desventura.
La falla social exhibida.
Y entonces, el episodio se revirtió. Tus comparsas llevaban ventaja y tú caíste a los límites del infierno, más escalones abajo de los que habías comenzado.
¡Desasosiego total!
Estabas en la barranca, entonces te fuiste a consolar con el llamado egocéntrico del infierno y sus insensatos deseos. No siendo menor el resultado de llegar hasta ahí, elegiste abrazar a las llamas.
Paradójicamente, sin remedio y con avisos apremiantes unas manos tocaban la puerta del demonio para salvarte. Las aceptabas a medias.
Escuché que recientemente una mano con el poder del agua, te logró apaciguar. Volviste a sentir la frescura del elemento pacífico de la naturaleza…
Puedes volver a las llamas, indudablemente y para volver a escalar el camino es doble.
Hay una única esperanza: el itinerario del agua, aquel te puede llevar por ríos y lagos desintoxicantes para volver a la cima y más alto.
Advertencia:
Claro que es posible.
Pero hay algunas rocas que deberás superar, antes no las había, pero por el historial de tu trayectoria, se anexaron esas piedras.
¡Boom!
No obstante, es el sendero más angelical.
Ya no puedes retomar el de la soga, porque ya no confía en ti. Si la agarras, puede cortarse con una tijera en cualquier momento.
Pero el agua, siendo más noble, cree en ti, no te dejará ahogar tan fácil, además de que sabes nadar.
Por consiguiente, el uso de la espada se encuentra en ti. No hay más. Puedes avanzar paulatinamente, pero ya no retroceder.
El estruendo del eco renovador es tu motivación.
Si te echas al agua, bajo efectos neuróticos o ansiosos, pese a que sepas nadar te hundirás.
Ya no dependerá de nada ni nadie. Solo de ti.
Así que mejor navega, ahora por este paseo, observa el paisaje, así como tanto te gusta viajar.
Respira y disfruta las brisas y oleajes ligeros de este nuevo recorrido.
Uno de los elementos de la naturaleza podría ser el eco de la salvación de tu imperante tragedia.