Por Brenda Trujillo
¿Lesbianas? ¿Gays? ¿Bisexuales? ¿Transexuales? ¿Qué más?
La comunidad LGBT+ ya se ha vuelto un tema de moda, actualmente los derechos humanos en la ONU los defienden y los protegen, ya no son castigados o repudiados como en épocas pasadas. Se han logrado posicionar; sin embargo, aún existen diversos sectores, familias e individuos que continúan rechazando y odiando a personas con distinta orientación sexual.
En 1990, se declaró el 17 de mayo como fecha oficial para conmemorar la lucha de la comunidad LGBT+. Hoy es el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. Los integrantes del arcoíris ya no se tienen que esconder como antes, más bien, hondean su bandera con honor, hacen marchas y son reconocidos por distintas instituciones.
No obstante, la sociedad sigue sin estar preparada para cierta clase de cosas. Es mi frase favorita, porque es más que una realidad. En el 2020, se reportaron 79 asesinatos contra el colectivo, la cifra es baja… ¡Sí! Pero… ¿Aún es posible que persistan los crímenes de odio? Parece que sí.
A algunas familias de estos personajes aún les cuesta entender dichas preferencias, los padres rezan porque su hijo varón homosexual se reivindique y encuentre a una mujer con la cual casarse, o bien, la mamá espera que su hija lesbiana sólo esté pasando por una etapa y finalmente, se junte con un hombre. Una de las principales razones por las que no aceptan a sus hijos se debe a la limitación de la reproducción cuando se tiene una pareja del mismo sexo, aunque hoy ya es posible la adopción y las mujeres sí podrían concebir, a través de inseminación artificial o si se llega a algún acuerdo con algún conocido o amigo para que las embaracen. Pero, al final de todo, los progenitores argumentarían: ¡No es lo mismo! ¡Es mejor la unión entre hombre y mujer, tal como lo profesa la naturaleza!
Se tiene la creencia que las prácticas de la comunidad LGBT+ atacan a la naturaleza. Peor aún, cuando se trata de un trasvesti, transexual o transgénero, porque se cambian de sexo o se caracterizan y actúan como el género opuesto ¡Qué dilema!
En el fondo, ciertas personas, no lo admiten tan fácilmente, porque no lo comprenden, se les hace inconcebible, les parece grotesco que les guste algo semejante a ellos o ellas.
El biólogo estadounidense, Alfred Kinsey, presentó varias teorías acerca de homosexualidad y bisexualidad. Él aseguró que, en algún momento de la vida, las personas experimentan algún grado de atracción hacia otras del mismo sexo. Por naturaleza, todos cuando nacen son bisexuales y si la sociedad estuviera libre de estereotipos y prejuicios, no etiquetarían las preferencias como buenas o malas, simplemente serían variantes, a veces podría gustar un hombre, en ocasiones una mujer. Dicha teoría también fue expuesta por el neurólogo y padre del psicoanálisis, Sigmund Freud.
La contraparte es la moda. El tema ha impactado mediáticamente y en ese sentido, la comunidad LGBT+ puede alzar la voz, sin represalias. Pero, también, lo que este colectivo debe entender es que no son mejores, ni peores que los demás, solamente son seres humanos que tienen los mismos derechos. A veces, la gente los puede rechazar porque son catalogados como promiscuos o la condena de que el VIH (SIDA) se generó por las prácticas sexuales entre hombres. Es menester analizar todos los puntos para comprender el contexto.
Realmente, la diversidad sexual, se trata de gustos universales. Lo que debería ser es que la multitud evite preguntar: “¿Quién te gusta más? ¡Algo te debe gustar más!” ¡No, señores! No se trata de quien te atrae más o no, simplemente son temporadas y lo que gustan son personas o seres humanos, dependiendo de sus rasgos físicos, personalidad, entre otras características, pero sin importar género. Si eso se planteara, desde la niñez, en todos los ámbitos, la situación y lucha serían otras…