Los tres mosqueteros navideños

Por Brenda Trujillo

Por Brenda Trujillo

Cuentos simbólicos, a través de las vivencias


Dedicado a mis dos mejores amigos, aunque ya no convivamos.


“Mis camaradas, una unión familiar que se elige”

Era un 28 de diciembre, en tiempos de pandemia. Me encontraba extasiada porque viajaba rumbo a la playa de Baja California y los mares de allí los desconocía.


A lado de mí, en el autobús, se hallaba Mariana, mi mejor amiga desde la secundaria. En el asiento trasero, estaba Teddy, mi mejor amiga del mismo tiempo que ella. Era nuestro viaje de fin de año.


Yo irrumpía con bromas de sexo y anécdotas que provocaban risa a mis compinches. Ya me conocían. Esa locura, esa fogosidad. Lo que me denominaba auténtica, aparte de que, sobresalía mi alcoholismo, les ofrecía tragos y piquetes de mi botella que traía. Mariana no aceptaba. Teddy solo un poco. A veces me veían con rostro de: ¡Qué barbaridad!


Pero, por otro lado, lo solapaban. Es decir, les parecía divertido y atrevido y no fijaban en la gravedad del asunto. Era el sitio “amable” de mi vicio, en el fondo sabían que bebía mucho, pero no se había vislumbrado como un problema. Aún no relucía, lo oscuro de mi alcoholismo.


Arribamos a la playa, sus aguas saladas y frías despertaban la esperanza en mí, me veía como una escritora famosa en los próximos cinco años. Además, de que esos amigos que me acompañaban, los veía como eternos. Ya me imaginaba con ellos, dentro de 20 años en esa misma playa o en alguna otra de México o de otro país.


Las estrellas al caer la noche se alienaban, perfectamente al ritmo de nuestra convivencia. Solamente pasaríamos una noche allí, de forma express. Pero muy a gusto, disfrutábamos cada minuto al paso de nuestra pequeña existencia. Un par de cervezas, unos caballitos de tequila, una copa de vino o quizá dos o tres.


Inevitablemente, yo bebía la mayor parte del tiempo en las experiencias de viaje, aunque ellos no bebieran. Mariana y Teddy sí bebían, pero no a cada rato como yo…

-Amigos… Mariana y Teddy, me encanta estar con ustedes- declaré.

-A mí también, querida Mary- me expresó Mariana (ella se llamaba igual que yo) pero de cariño me decía Mary- Por siempre estaremos juntos, haciendo estos itinerarios. Tenemos años de conocernos, nada ni nadie nos separará ¿Cómo ves, Teddy?

-Definitivamente, concuerdo con ustedes. Las dos son mis Marianas predilectas. Además con Mary traviesa- dijo refiriéndose a mí- hemos vivido de todo, desde discusiones fuertes por un hombre, hasta necedades y locuras de que se quiere escapar.

-Así es- respondí- Ya pasamos la prueba de fuego, en la que estuvimos y nos peleamos por un mismo hombre, pero nos dimos cuenta que ni eso nos podía separar ¿Verdad Teddy?


Teddy me miró receloso, pero asintió.


-Sí me enojé en su momento, lo admito y mucho, pero me percaté de que no podía perder tu amistad. Imagínate 15 años y me tomó de la mano. Era un tema que constantemente dialogábamos, como si hubiera sido el reto mayor en nuestra amistad, eso creíamos en ese entonces.


Dicho esto, Mariana que era muy risueña, soltó varias carcajadas y nos abrazó. Posterior a ello, emitió:


-Ya saben que yo soy más calmada y no he estado en todas sus travesuras, romanticismos, fiestas y tríos, pero los escucho y entiendo a ambos…


Volvimos a observar el empíreo, totalmente despejado y nos aventuramos nuevamente a la playa para sumergirnos y sentir la adrenalina del agua helada.


4 AÑOS DESPUÉS…


Un 20 de diciembre, me encontraba viendo el cielo y como oscurecía con sus diferentes matices…Estaba recordando, ese viaje del 2020 con mis mejores amigos, claramente no fue el último que hicimos, pero esas palabras que nos dijimos fueron muy épicas, íntimas e importantes…


En este día de diciembre del actual año, ellos ya no están conmigo, solamente simbólicamente, en mi memoria. Ellos aún viven, pero ya no nos hablamos; mi alcoholismo provocó falta de verdad. Eso ocasionó alejamiento y falta de confianza.
¡Como los añoro!


No obré adecuadamente en su momento, no fue mi intención y jamás lo imaginé, pero no es excusa; de un momento a otro, todo se desmoronó.


Hubo un momento de mi cambiante vida que, solamente pensaba en conseguir alcohol y beber, para satisfacer mi necesidad creada por mí. La supuesta satisfacción radicaba, únicamente en ese escenario tan controversialmente placentero y perdido.


Sin embargo, hay otros camaradas que me aseguran que no fue plenamente justo y sincero que no me apoyaran y más bien, huyeran, por los años vividos, independiente del fallo. Pues se podría negociar, tratar la situación. Ante mi error más garrafal fue no decir la verdad, en aquel instante en el que lideró mi orgullo.


Pienso mucho en ellos, pero la única forma sana de comunicarme con ellos es a través de mi arte, de mis narraciones publicadas.


Les dedico estas palabras:
Mi rincón eterno con ustedes.
Los poseeré siempre en mi corazón,
Aunque ya no convivamos,
Pero en mis sueños y pensamientos,
Prevalecerán; son mi perfecto rincón.

En la azotea de mi casa, observo como ya se asomó la luna. Está sonriendo, siento alivio porque me guiña el ojo y percibo su mensaje. Ellos pueden sentir mis palabras, se encuentran en paz en su interior. Podría decir que sus principios o convicciones ya no les permiten acercarse a mí, aunque para mí el cariño ha sido muy fuerte. Lo he profundizado y mi alma sincera, no la alcohólica y egoísta, les desea lo mejor, sea cual sea su posición independientemente de su lejanía conmigo.


Los quiero por siempre, pero acepto la consecuencia de la oscuridad de mí.


Finalizo con unos versos de la melodía de la Habanera de Georges Bizet.

Si tú no me amas,
Yo te amo,
Pero si yo te amo,
Ten cuidado.

Si tu ne m’aimes pas, je t’aime !
Mais, si je t’aime
Si je t’aime, prends garde à toi !

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