Los secretos por los pasillos del almacén de medicinas

Por Brenda Trujillo


Por Brenda Trujillo


Los empleos van y vienen. Uno más. Uno menos. Es la ley de la vida, en algunos puedes perdurar más tiempo que en otros; no obstante, sea corto o largo el tiempo de estancia laboral, suelen dejar una huella en tus memorias y corazón; pueden existir muchos sinsabores, pero siempre es válido dialogar acerca del tema.


Una colega cercana me platicó de su experiencia en el almacén de medicinas. Estaba tranquila, aunque un poco impactada. Ella mencionaba que, cuando llegó no sabía los detalles de una cajita de medicinas, lo que contiene cada una, sus contraindicaciones como las reacciones adversas que pueden ocasionar en el consumidor, cómo se clasifican en MG y en lotes, entonces nuestra relatora comenzó a realizar el inventario de la distribuidora de medicinas.


A las pocas semanas, ya se sabía los nombres de los productos y donde estaban ubicados. Se sentía inspirada, mientras ordenada las medicinas y las contaba, para su próxima historia. Una energía se apoderaba de ella y luego, ya tenía en su mente lo que escribiría en las siguientes horas, incluso en descansos de minutos, se daba a la tarea de sacar su celular y escribía unas cuantas líneas, quizá de un accidente catastrófico en la bahía del mar, pero el protagonista se convirtió en un héroe y fantasma, así se formó una leyenda. O tal vez, de la pérdida de un hijo y la mamá se suicidó, o un montón de situaciones que ameritan ser relatadas.


No era lo suyo, nunca había trabajado en algo así, pero hubo un momento en el que sintió el elixir en su corazón, ya que le daba motivaciones para seguir adelante. En la transición de la realización de sus sueños profesionales. Se refugiaba en los pasillos del almacén, los cuales le transmitían sosiego y curiosidad. Se describe a sí misma como introspectiva; sin embargo, asegura que es una combinación extraña entre social y reservada. Muchos al conocerla emiten que es muy callada, quien se da la oportunidad de conocerla a fondo se percatan de que es muy atrevida y fogosa.


El momento de la realización del trabajo ideal paso. Llegaron los malos ratos, como en todo trabajo sucede, claramente. Pero de repente, le hacían percibir que ya hacía mal o lentas las actividades, a veces fallaba ¡Sí! Pero sentía mucha energía y capacidad. La desmotivación llegó, el escenario del caos, de repente todos se encontraban al borde de un ataque de nervios, como la película de Pedro Almodóvar “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, los encargados dando órdenes contrarias, los empleados a la expectativa y un tanto incómodos.


Después del caos, la calma… Ya todo como si nada, pero tarde que temprano, venía el espectáculo atroz y caricaturesco. Había instantes abrasadores, en lo que se creía que se duraría meses, incluso años, en el que destacaban la empatía y la integridad, pero de pronto surgían instantes en los que deseabas salir corriendo y ya no regresar al día siguiente.


Así le paso a nuestra trabajadora excepcional… “Por el bien de todos y mi salud mental, renuncio”, así nos compartió.
Respira y ríe. “Fue como un trabajo de verano, una experiencia sumada a mi trayectoria”.


Es un dilema elegir en qué trabajar; por un lado, la cuestión de la supervivencia, por otra parte, hacer lo que te apasiona o al menos, que sea una actividad no torturante, para que se efectúe con potencial y gusto. Y no todo, te puede gustar, es verdad, pero debe ser tolerable.


Como declaró el filósofo chino “Confucio”: Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida.


¿Qué quiere decir?


Si el trabajo que te permite sobrevivir, te agrada y no te quejas constantemente, ahí es tu lugar y no lo sentirás pesado porque te gusta dedicarte a eso. Por ejemplo, si hay personas que les gusta estar sentados casi todo el día frente a la computadora diseñando, adelante. Si hay individuos que les gusta manejar de norte a sur en la ciudad, o de un estado a otro, como chófer, es válido. Si hay quien tiene una tienda y 12 horas se la pasa empacando para los clientes, déjalo ser. El conflicto es cuando el personaje que le encanta tomar fotografías profesionales está encerrado en una oficina atendiendo llamadas o viceversa.


Podemos poner miles de ejemplificaciones, la cuestión es que encuentres tu camino, todos necesitamos un trabajo, pero no nos dejemos vencer o vender por esa idea siempre, porque se puede batallar, pero siempre hallar algo ad hoc a tus preferencias y aptitudes.


Si de por sí, hay riesgo de caer en las monotonías y frustraciones rutinarias, ahora imagínate trabajar en una actividad en la que no eres feliz. La rendición debe ser tu última opción.

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