Por Brenda Trujillo
Este 4 de julio, en el marco del Día Mundial del Libro Electrónico se reflexiona:
La modernidad demanda la expansión de los libros electrónicos, tanto por facilidad como por ecología. Empero, un sector de los lectores aún es amante de los libros impresos, por su antiguedad, el sabor de ir pasando y sintiendo las páginas de papel y por la atracción de la portada.
El modo en que leemos solamente es un medio, ya que lo importante es el contenido, pero sí puede influir en que alguien lea un libro o no. Al lector apasionado no le importará mucho la forma de leer, aunque prefiera alguna. Pero para el lector titubeante u ocasional, sí puede ser un impedimento.
Acorde a datos del INEGI, entre los lectores , lo más leído fueron los libros (41.8 %). Siguieron las páginas de Internet, foros o blogs (39.4 %), revistas (21.7 %), periódicos (17.8 %) e historietas (4.6 %). La lectura de periódicos disminuyó 31.6 puntos porcentuales, al pasar de 49.4 % de la población lectora en 2015 a 17.8 %, en 2024.
En estadística se presume que la mayoría elige el libro tradicional de papel; esto es un factor representativo, ya que el material de los tomos engloba una historia. Eso lo destaca.
Conservar el legado de una biblioteca o librería es muy bello. Y los libros electrónicos, en estos tiempos, son prácticos, alientan a leer en todo lugar, sobre todo a través de tu ipad o dispositivo móvil.
Por ahora, pese a la discusión de como se prefiere leer, se puede alternar el papel con lo digital. Aún existe esa oportunidad.
Pero, más adelante, el mundo electrónico predominará, y ya solamente los libros quedarán como legado; sin embargo, ya no se fabricarán.
En cuanto a la praxis de lectura lo importante es que se continúe fomentándo; las múltiples historias que te pueden contar a través de las letras te llaman al aprendizaje, a cultivarse y a contarte la vida, desde diversas ópticas.
El escritor ruso, Fedor Dostoyevski, escribió acerca de los libros:
“Dejadnos solos, sin libros , y al punto estaremos perdidos y llenos de turbación. No sabremos a qué considerarnos unidos, a qué adherirnos, qué amar o qué odiar, qué es digno de respeto y qué merece nuestro desprecio. Hasta los propios semejantes nos resultarían insufribles”.
Una realidad de que los libros son relatos que se viven todos los días, unos más imaginarios que otros, pero que llenan el vacío que a veces podemos llegar a experimentar.