Por Brenda Trujillo
Tiempos oscuros vinieron durante largo tiempo, aún siguen pero con menos intensidad, pero las consecuencias del exceso del momento siniestro superan el lapso del mismo que duró.
Pleno diciembre, fines del mes y a la 52 semana del año un porcentaje de personas estará de acuerdo en que no se lograron, una vez más, los objetivos prometidos y esperados. Suele pasar. Y mucho…
Los que ya no están, los que no quisieron irse pero ya no están físicamente en el planeta, dirán que es hora de trascender, que es la última oportunidad, nos quieren abrir el panorama del tiempo que perdemos en tierra y cuando llega el momento de fallecer ya es demasiado tarde.
Estas reflexiones se destacan más en diciembre, en estas fechas donde se hace una recapitulación del año y no es criticable; al contrario, es innovador siempre y cuando no se caiga en las mismas trampas cada año… Ese es el mayor error…
¿Cómo que trampa?
Emitir cada fin de año que el venidero será mejor; que ahora sí cumplirás tus metas. En las últimas semanas, únicamente fijar la emoción en los festejos, y no en los cambios que verdaderamente se pueden impulsar.
Para los que se encuentran taciturnos, no es el fin de todo, ni de tus intentos ni de tu vida, hay una vez más, la cuestión es que esa oportunidad no se convierta en una menos; el paso del mundo no se detiene pero provee de luces constantes.
Para los que se encuentran rebosantes de alegría o en la marcha se hallan contentos y estables, el resultado es fructífero, hay que seguir así, no detenerse ante las furias naturales del planeta.
En este año puede que ya hayas cruzado la curva de aprendizaje o que aún te falte un buen trayecto, es válido.
Para todo aquello que ya se perdió hay que emitir una oración, un abrazo y un agradecimiento. Si piensas que puede regresar, no se sabe, no te ilusiones, solo suspira, agradece y entrégate a la nueva era del 2024.
Es muy trillado eso de las felices fiestas, los mejores deseos y de que por ser estas fechas la debes pasar bien, en paz en familia y muy feliz, a veces esa es una realidad forzada. Es oportuno y cálido ejecutarlo cuando lo haces con cariño y no por marketing.
Así que de todo corazón, sin hipocresías o falsedades, colaboradores de este espacio les desean un magnífico año 2024 y la grata esperanza de sembrar una semilla para generar la inmortalidad simbólica de cada individuo.