Por Brenda Trujillo
¿En qué he fallado tanto?
¿Que hice para convertirme en estoy que soy?
¿Quién eres?
¿En qué te convertiste?
¿En qué erraste tanto?
¿De tu fatalidad, estás consciente?
¿Escuchas tu repetitivo grito?
No te consolaré. Tengo todo el derecho de decirte lo que me plazca, si ya casi todo tu alrededor se ha encargado de regañarte, humillarte y de que te doblegues, yo poseo más derecho porque vivo contigo.
Y sí. Antes que a todos, a mí me has decepcionado. Te creíste muy sagaz, muy inteligente e intelectual, te jactabas de tu estilo de vida, perfectamente controlado, entre tu trabajo, tu excelente independencia, recursos y reventón al máximo.
Creías que nunca iban a llegar las facturas de las malas decisiones que tomaste, pero ¿Qué crees? ¡Sí arribaron! Y con varios avisos suaves, luego advertencias, que se transformaron en amenazas y ultimátum… Y aún así, dentro de la rudeza de los mismos, tuviste varias oportunidades y… ¿Sabes que pasó?
¡Las desaprovechaste, te mofaste, las desechaste!
Sientes que no puedes más. ¡Claro! Y te lo mereces. Me encanta que te hayan abandonado algunos de tus amigos y sabes que los puedes recuperar aún, pero con tu ritmo ojalá no sea demasiado tarde. Me alegra que las circunstancias te obligaron a bajarte de tu pedestal.
La sinfonía de tu vida se convirtió en lo que más temías: una farsa; el camino de un/a artista fracasado, de esos filósofos, literatos que solo idean, pero son una carga para la sociedad.
También te mereces la pérdida de tu casa y de tu negocio. Eso y más. Pese a qué ya perdiste tus cosas, recursos y relaciones importantes que habías formado, sigues queriendo perder más. Actualmente, tu identidad está en duda.
Ni tú te reconoces, ni yo te reconozco.
Sí te amo, pero de igual forma que los demás, me alejaré de ti, me deslindo de ti. Quise mucho lo que fuiste, tus ideales, convicciones, mente, tu escritura, fogosidad, impetuosidad, energía, pero eso se acabó. Ahora eres ese personaje vicioso sin salida… Así que te digo con mi ondulada sinceridad…
¿Quieres partir de este planeta?
Hazlo ya. Y de una forma honorable, dentro de lo que cabe.
¿Te vas a reformar?
¡Procede! Y yo consideraré
si formó parte de tu existencia, otra vez. Me has fallado. ¡Muchísimo! Yo estoy en conflictos por ti, mis días no serán lo mismo sin ti pero tampoco puedo continuar contigo.
Ahora sí estás sola, te dejaré, quizá a tu propia suerte, podrías pensar, pero más bien quiero que te percates de los perjuicios contra ti misma, primeramente y luego, con el resto de los tuyos.
Has perdido tu esencia y tal vez, con mi partida la pierdas aún más, ya que solamente predominará, probablemente, tu parte descarrilada e impulsiva. Quizá me equivoque. Ojalá sea así.
Yo soy esa fracción de ti que ayudaba a calmarte, sin mi tus obsesiones estarán a orden del día.
Estás sola. Ahora sí. No me reclames. Te tienes a ti; sin embargo, no me tienes a mi que era un gran pilar en tus días. Lo siento mucho por ti, pero me es absolutamente necesario dejarte, mi alma está deshecha.
Pese a todo, te doy mi última recomendación, no me gustaría saber que continuaste con el infierno en el que vives, así que elige algunas de las dos opciones que te escribí en un inicio, por más drástica que sea, pero permitir que sigas así es una ofensa a tu excelsa personalidad.
Con un profundo dolor y un desquiciado cariño me despido de ti, quizá para siempre.
Tus ideas son amargas como la hiel, no puedes huir dé ellas. Cuando te abandona la sociedad, o alguna persona, es soportable. Pero cuando te abandonas a ti misma es intolerable, no se puede soportar.