Por Brenda Trujillo
Entregados a la perpetuidad,
De una chispa existencialista,
Preguntándonos por la cotidianidad,
Y su jornada exhausta,
Queremos algo más,
Un tenor que supere nuestras,
Expectativas incansables y recónditas.
Escucho los silbidos,
De unos horizontes,
Parecían muy lejanos,
Pero vine a conocerlos,
Son el elixir de la vida,
Sin ellos nos perdemos,
En una mar de posibilidades,
Infinitas y desabridas.
Queremos trascender,
Pero la multitud nos ahoga,
Queremos correr,
Pero el sistema nos amaga,
Queremos imponer,
Pero el mundo nos castiga.
La naturaleza nos da esplendor,
Sin ella estamos acabados,
Los paisajes nos dan valor,
Sin ellos estamos destruidos,
Las curvas nos dan temor,
Pero nos sentimos extasiados.
Embriagados hasta la saciedad,
De un ideal insólito,
Lo adquirimos como una necesidad,
Ante la dificultad,
Adquirimos un consuelo inmediato;
La premura por la libertad,
Los caminos del trotamundos,
Nos alivianan ciertos sueños.