Por Brenda Trujillo
Madrugada insólita,
Noche aterradora,
Un silencio que mata
Y tortura.
Necesidad irremediable,
Dificultosa respiración,
Hartazgo inexorable,
Es el llamado de mi preocupación.
Fatal sentimiento que nos ata,
A sus redes implacables,
En constante estado de hambrienta,
Para recibir a los placeres sofocantes.
Su carne me envuelve,
En destellos amortiguadores,
Y penumbras delirantes.
Amantes de lo exquisito,
Estamos ante la noche perfecta,
Para alzar las copas de vino tinto,
Y decir que nos aguarda una víspera insólita.
Bridemos por nuestros deseos,
Brindemos por nuestra unión,
Por el bien de nuestra comunión,
Brindemos, comamos, bailemos,
Acariciémonos y amémonos.
Queridos amantes de la pasión,
Profundicemos en los más recóndito,
De nuestro ser con emoción y presión,
Y entreguemos el alma con un grito.
Nosotros amantes de la buena vida,
No fatiguemos a las almas de odio,
Pensemos en la brevedad de la vida,
Y no hagamos de ésta un suplicio.
Destinados a ser mortales,
No apresuremos la llegada del ataúd,
Mejor es alimentarse de bondades,
Y vivir con fogosa plenitud.