Por Brenda Trujillo
¿Por qué las situaciones deben cambiar?
La tierra, la vida y el humano se transforman, pero conservan su esencia ¿Cuál es su esencia? Lo que caracteriza a determinado ente, su toque peculiar. El cambio no siempre significa evolución, también puede haber regresión.
Cambios drásticos pero necesarios
En historias diversas, reales o fantasías, a veces surge el siguiente planteamiento: el protagonista, un hombre reservado, cruel y de corazón frío, siempre se ha comportado de tal manera, no se doblega tan fácilmente a las personas, ni es sumiso. Mantiene su postura rígida, escucha a los demás, es una especie de psicólogo de sus amigos y conocidos. Acuden a él porque saben que será comprensivo y lanzará la verdad.
Sin embargo, el meollo del relato se origina cuando una circunstancia de mayor magnitud (enamoramiento, muerte de un ser querido, una guerra o enfrentamiento crucial) lo cubre de vulnerabilidad, comienza a modificar su comportamiento y renacen sentimientos no aceptados con anterioridad.
Cambios drásticos pero lamentables o innecesarios
Una mujer inteligente, poderosa, bondadosa se encuentra trabajando en una empresa, es muy productiva. A lo largo de su gestión, presenta síntomas de una enfermedad venérea o algún síntoma que impida tener una entera salud. Estas condiciones ya no permiten una evolución. Tiene que abandonar su cargo para ceder al resguardo de su estado.
Dichos cambios son inevitables porque ya no dependen de la fuerza humana, sino de la natural. Inculcan una lección o aprendizaje, pero no son totalmente necesarios.
La primera situación posee doble vertiente, ya que puede traer un resultado positivo: la apertura de su corazón y la blancura de sus sentires o bien, en momentos de crisis, produce depresión, suicido y autodestrucción.
Evolución o regresión profesional y sentimental
Se expone la percepción de una estudiante recién graduada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación en la BUAP (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla) como se siente ante el cierre de una etapa, y el inicio de un próximo camino laboral, enfocado en su carrera, un futuro planeado, pero desconocido. A pesar de las barreras que pueda enfrentar, siente bastante confianza para desenvolverse por estos lares.
La distinción del cambio sentimental es mayor, ya que es más difícil sobrellevar los golpes emocionales, que implican una separación de pareja, pérdida física de un familiar o querido o algo que represente un valor humano. Es un proceso de duelo más complicado, diferente al académico, ya que el apego es muy fuerte e intenta recuperar lo que perdió o cambió, por eso se torna más elaborado.
En lo laboral, si se fracasa en un trabajo o profesión se corre el riesgo de quedarse estancando y no creer en sí mismo, pero el anhelo de superación y competencia ante los demás es lo que motiva a dar un paso más y tratar de reivindicarse. No todos lo logran, pero es mayor el éxito o el número de intentos en este aspecto. Si el proyecto se frustra, hay temporada de resignación, y tal vez haya dedicación en otra ocupación para sobrevivir, pero ya no se practicará la actividad que apasionaba.
Hay un choque entre los cambios, pues en ocasiones el resultado de regresión de una transformación emocional produce la paralización de una transformación profesional. Es tan potente la repercusión del primer ámbito que afecta a las restantes partes de la vida que también importan.
Lo único que no tiene solución es la muerte, es verdad, así que cuando uno se marcha de este planeta, los demás se deben quedar, pero tampoco deben irse simbólicamente con esa persona, ya que el sentido del entorno puede perderse. No es fácil, pero es recomendable. De lo contrario, se empieza uno a consumir con el paso de los años y el tiempo, y al final surge el arrepentimiento. Es mejor apostar y aceptar, que perder y frustrar.