Beatriz García
Cuando escuchamos de un avance tecnológico, implícitamente todos sabemos que es algo que facilitará la vida del hombre directa o indirectamente; en un principio esta era la idea, sin embargo el ser humano tiende a “acostumbrarse” a la tecnología tanto, que ahora lo esclaviza.
Quizá el ejemplo más clásico es un celular, nuestros abuelos dirán que eso es para hablar y ya, aunque con la tecnología ahora podemos tener en la palma de la mano prácticamente las mismas posibilidades que en una computadora y esto no hace algo para lo que no fue diseñado: estresarnos y esclavizarnos.
Tenemos mil y un notificaciones, de redes sociales, correos, nuevo contenido de temas de interés, batería baja por mencionar algunos; ahora no somos libres de elegir nuestras acciones, las dicta el Smartphone: el de dice cuando hacer todo, ya no eres libre de elegir en que momento ver tu correo, las redes sociales o vídeos. El celular constantemente te manda avisos para que sientas que tú quieres interactuar con estas características cuando si no hubieran sonado esas notificaciones tu no hubieras realizado cierta acción.
Los automóviles, con dirección asistida, faros de niebla, cámara trasera con asistente de reversa, posibilidad de auto-estacionarse etc, todas estas características hacen simple y más placentero manejar sin embargo una vez que te acostumbras a ellas te es muy incómodo y difícil dejarlas volviéndote un consumidor esclavo que siempre intentará tener lo nuevo y por supuesto más costoso.
Un ejemplo dentro del hogar: las lavadoras automáticas, que una vez más fueron diseñadas pensando en ser prácticas y facilitarnos la vida al no desgarstarnos lavando o enjuagado, pero ¿a qué costo? Tener que conseguir diferentes tipos de jabón adecuado a cada tela, temperatura y color, buscar pastillas descalcificadoras para evitar que se dañe, vigilar constantemente que no se forme moho, correr programas de limpieza del electrodomésticos cada determinado tiempo, etc.
Por tanto nos soluciona un problema y nos crea otros de otro tipo, sin mencionar que ahora muy difícilmente podríamos vivir sin una lavadora en el hogar.
Todo este avance es un mal necesario, que nos esclaviza y estresa pero como nos gusta, así de masoquista es el ser humano actual.