Lilia Cedillo, rectora de la BUAP, se reconoce como una líder empática

Desde su llegada al rectorado en la máxima casa de estudios, Lilia Cedillo Ramírez demostró que ser una líder capaz de ponerse en el lugar del otro y empatizar con cada uno de los integrantes de su comunidad fue fundamental para lograr cambios importantes en la universidad.

En entrevista con El Sol de Puebla, Cedillo Ramírez compartió que, desde que asumió la rectoría hace un año, se hizo cargo también del reto y el compromiso de estar cerca de los jóvenes, de realizar acciones en la universidad con base en sus necesidades y no en superficialidades.

“Empezamos a trabajar cosas fundamentales en la universidad, que alguien más podría ver simples, a lo mejor sencillas, son obras que no se ven, pero que sí se sienten”, expresó.

Pese a que inició sus labores en medio de una crisis sanitaria y desde la virtualidad, afirmó que recibió gran respaldo por parte de la comunidad universitaria, lo cual fue para ella el soporte y el impulso que necesitaba para dar marcha a su proyecto que apostó por una nueva cultura universitaria, y que hoy es una realidad.

“Me sorprende que haya yo tenido tal respaldo en la virtualidad porque no nos veíamos (…) me dio fortaleza, me dio la capacidad en lo político de tomar decisiones importantes sabiendo que tenía el respaldo de la comunidad”, manifestó.

Desde entonces, continuando con su labor docente se dio a la tarea de escuchar las necesidades de los estudiantes, muchos de ellos afectados por la pandemia, quienes acudieron a ella para solicitar su apoyo.

“Algunos de ellos me marcaban pidiendo ayuda para encontrar un doctor que atendiera a sus familiares, que no podían seguir con sus clases, que ya no tenían dinero para seguir sus clases, y yo en medida de lo posible los ayudaba (…) eso es cercanía, eso es a lo que me refiero cuando digo que vamos a seguir siendo cercanos a la gente”, subrayó.

En este proceso de evolución en la universidad, la rectora pretende que durante su gestión se enaltezca la función de la universidad pública en la sociedad. “Para muchos jóvenes es la única opción una universidad pública, el hecho de que seamos una es un reto, es un gran compromiso, necesitamos recuperar el orgullo por ser BUAP, el orgullo universitario”, precisó.

Hay historias de vida detrás de cada acción

Tal como lo resaltó en su primer informe de labores, cada acción trae consigo una historia detrás que respalda el por qué se tomó la decisión de intervenir en algún asunto dentro de la máxima casa de estudios.

“Recibí a una universidad que estaba presente, que tenía necesidades, que tenía problemas y retos que teníamos que asumir, que la pandemia nos había dejado en esa condición y que teníamos que superar a la misma”, expresó.

Dos de los principales cambios que se hicieron durante este primer año estuvieron relacionados con los riesgos que las familias de los estudiantes tuvieron que atravesar durante la crisis sanitaria por Covid-19, por las pérdidas que la universidad sufrió y de los efectos que la pandemia dejó en los alumnos. “Todo eso hacía que tuviéramos mucho cuidado en la toma de decisiones”, resaltó.

Al estar frente a los grupos y escuchar todas esas experiencias, fue como Lilia Cedillo implementó el programa Cero Cuotas, enfocado a los alumnos que pertenecen a grupos vulnerables o que provienen de municipios del estado con alta marginación, el cual les condona todos los pagos escolares del resto de su carrera universitaria.

“Este programa inició porque durante un programa de admisión un alumno no pudo hacer su examen porque salió positivo a Covid, y cuando le dije que tenía que regresar otro día, me dijo que no podía, que sus padres habían vendido todas sus cabezas de ganado para poder pagar su pasaje, ya no podía regresar nuevamente, esa era su única oportunidad, porque sus papás ya no tenían nada más que vender, hay alumnos que solo tienen una única opción para entrar a la BUAP y poder salir adelante”, narró.

Asimismo, en este mismo programa se incorporaron aquellos estudiantes que por la pandemia perdieron a sus padres de familia o tutores, brindándoles educación completamente gratuita más un apoyo económico de 11 mil pesos.

Gestión preocupada por la seguridad

Otra de las grandes intervenciones implementada en la universidad fue el cambio de horarios, ahora, los alumnos que tengan clases programadas después de las seis de la tarde tendrán que tomarlas de manera virtual, y solo aquellas que sean antes de las seis podrán ser presenciales.

El objetivo de este cambio fue que los alumnos no se expongan a salir de clases cuando haya anochecido, y no se expongan a ser asaltados o caminar por senderos vacíos para poder llegar a sus hogares.

“Los chicos me decían: ‘aunque ustedes implementen el sendero seguro y estén vigilando esas calles aledañas a la facultad, el problema es que en el transporte nos asaltan, ya no es en la calle ahora es en el transporte mismo, ¿habrá manera de que salgamos más temprano?’ y dije pues sí, vamos a cambiar la modalidad”, resaltó.

De ahí partió dicha iniciativa, no obstante, como se remarcó al principio, toda acción tiene una historia detrás, y es la siguiente:

Durante una visita que realizó la rectora al Complejo Regional Centro, ubicado en el municipio de Tepeaca, observó que dicho campus se encontraba alejado de la zona en donde los jóvenes tomaban su transporte público.

Al preguntarle a la directora del complejo cómo se transportaban los estudiantes ella le respondió que caminaban cerca de dos o tres kilómetros en medio de calles sin pavimentar para poder tomar su camión, a lo que solicitó que ya no programaran clases cuando estuviera oscureciendo, pues eso incrementaba la inseguridad de los alumnos al caminar solos por las calles.

“Ellos tienen que salir todavía con luz de día para que puedan caminar hacia donde toman su transporte, porque si no los exponemos, les mandamos un autobús para que esté transportando a los chicos de la escuela a donde pasa su transporte y que no caminen en condiciones peligrosas, se adecuaron los horarios para no exponer a nuestros jóvenes”, compartió.

“Ser docente me permitió ver las necesidades”

“Ser docente me permitió ver las necesidades desde adentro, y con ello se hicieron una serie de cambios que uno como docente y estudiante las valora, son cosas que uno ha vivido, esas son las acciones que nosotros implementamos, que haya agua, que los baños funcionen, son simples pero importantes”, resaltó Lilia Cedillo.

Desde hace 40 años la rectora inició su trayectoria académica en la institución, lo cual le dio la oportunidad no solo de acercarse a los jóvenes, sino también de observar las carencias que los alumnos y sus compañeros atravesaban.

“Nos fuimos con los aspectos que a lo mejor desde un escritorio no se ven, pero no nos vamos a cansar de escuchar a los estudiantes, de estar cerca de ellos, atender sus necesidades y plasmarlo en acciones, los retos tienen que ver con que las y los alumnos tengan condiciones dignas para su enseñanza”, afirmó.

Entre estas necesidades, la rectora compartió la historia del más reciente proyecto dentro de la universidad, que fue la creación del Centro de Terapia Ocupacional, el cual funciona con coterapeutas caninos, pero no solo atiende la estabilidad emocional de los universitarios, sino que abona al bienestar animal, pues los caninos que alberga este Centro fueron rescatados por los mismos estudiantes.

“Yo tengo muchos estudiantes foráneos, yo les preguntaba qué es lo que más extrañan de su hogar, pensaba que me iban a responder que a su mamá, pero me dijeron que no, que lo que más extrañaban eran sus mascotas, porque donde rentaba la mayoría no les permitían la entrada a los animales”, narró.

Ante ello, y viendo la necesidad de afecto que tenían los jóvenes lejos de su hogar, se dio cuenta que había poco trabajo emocional con perros, por lo que optó por la creación de este centro, usando como coterapeutas a algunos perros que los propios universitarios rescataron a la universidad, entre ellos los más emblemáticos: Canela, Loba, Tusito, y aunque no fue un canino, el gato que se robó el corazón de muchos aun después de su muerte: Frijolito.

“Antes no se veía tanto, pero ahora los jóvenes traen a los perros que encuentran en la calle, saben que tienen la responsabilidad de limpiar sus heces (…) por nuestra parte los llevamos con los especialistas para que les brinden todo el servicio médico, les damos atención veterinaria, están vacunados, desparasitados, los jóvenes los aman”, contó.

En otro orden de ideas, una demanda muy común entre los jóvenes y trabajadores de la universidad es la creación de un comedor universitario en CU, proyecto en el que se enfocará la gestión de la rectora durante los años siguientes.

“No sé si lleve un año o lleve más tiempo su construcción, pero la intención es crear un comedor universitario que proporcione una alimentación balanceada, nutritiva y a un costo muy accesible para cualquier joven, trabajador o docente”, resaltó.

Asimismo, durante el siguiente año se prevé el cambio de todos los proyectores en las aulas de la máxima casa de estudios, pues aseguró que muchos de ellos ya cumplieron su vida útil.

Uno de los proyectos más importantes que vienen para la BUAP es la creación de carreras técnicas en cada área de conocimiento enfocada a la atención personalizada para jóvenes que cuentan con alguna discapacidad motriz o intelectual.

“La preocupación más grande de un padre es qué va a suceder con sus hijos en esta condición cuando el tutor fallezca y no puedan valerse por sí mismos, vamos a analizar muy bien por áreas de conocimiento qué carreras podemos le ofrecer a este sector de la población que casi nunca es tomado en cuenta, queremos una universidad incluyente”, finalizó.

Con información de El Sol de Puebla

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *