Monólogos perturbadores

Por Brenda Trujillo

Por Brenda Trujillo

¿Caminaré con esta culpa día a día?

Siento un desfallecimiento físico y mental. No huyas que yo te alcanzaré. Cierro los ojos y veo con plenitud mucha área verde; la naturaleza es mi salvación. Es la cura de cada instante de dolor. Puedo respirar el aire fresco que despiden los árboles y como el viento ligero roza mi cutis. Ahora voy a correr.

¡Corre! ¡Corre! Avanzo y puedo ver la infinidad de césped que se aproxima y el cielo claro azul como embellece a mis sentidos. Sigo explorando más y más; hasta que en mi camino tropiezo con un árbol diferente a todos los que hay allí. Es el más alto y en el tronco trae una insignia que dice: “Trépame”.

No dudo mucho, lo observo detenidamente y es tentador treparlo y llegar a lo más alto. Y el árbol tiene las ramas adecuadas para subirse… Comienzo la exploración del árbol; no se me dificulta y gozo. Es la adrenalina de la búsqueda inesperada. Lo voy trepando, trepando y la cima es cada vez más cercana.

Las alturas me excitan; debo admitirlo. Me sostengo con la rama más alta que hay. He llegado y veo con satisfacción y claridad el empíreo y por debajo de mí, miles de arbustos. Una paz espiritual y física me invade. Empiezo a gritar desgarradoramente; lo necesito…

A lo lejos, alguien interrumpe a mi paz y mi estado de éxtasis. ¿Quién es aquel individuo que viene a arruinar mis ideales, tranquilidad y mi deseo de poder encontrar la felicidad en la punta de este árbol y gritar lo que yo quiera?

Una criatura pequeña, me observa de forma malévola; sin embargo, no alcanzo a distinguir bien quién es o qué es, solo escucho que vocifera con miedo y desesperación, ordenándome que me baje porque está prohibido subirse y no merezco la paz.

Esa declaración me obliga a caerme del árbol, poco a poco, parece que no siento, pero me voy desvaneciendo, mientras una voz desconocida me decía:

Cuando te tenía actuaba por inercia, lo sentía y lo sabía, pero por otro lado no estaba enteramente consciente. Perdóname, esa disculpa vaga que pido jamás podrás enterarte de ella.

No serás el primero, ni el último desgraciadamente.

Creía poder escucharte, sentirte,

Desde mi interior,

Aún después de que te desvaneciste,

Más solo era el consuelo de mi dolor.

No había retroceso en el tiempo,

Apenas comenzabas a crecer,

Se te impidió ese privilegio,

Esto era así; ganar o perder.

Te poseí en circunstancias muy extrañas y demasiado dudosas. Fue tan fugaz. No obstante; permanece un recuerdo mejor el antes de, que el después de…

Realmente todo sucedió tan rápido que cuando caía del árbol, solo sentí, como una parte de mí se partía en pedazos…

Lo de hoy:

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