Los lamentos de una intelectual

Brenda Trujillo

Brenda Trujillo

Reflexión de una joven

Iba caminando sobre el asfalto. Minerva sostenía un cigarrillo con cierta dificultad; su mano le temblaba. Desde hace algunos días experimentaba extrañezas, había algunos momentos en que sin pretenderlo su mano sufría de pequeñas sacudidas. Pero dada su condición actual, no le prestó mucha atención.

Su rostro denotaba desconsuelo y a su vez, una idea lúgubre que le impedía un estado de sosiego. Su alma se afligía cada vez que sus pensamientos tomaban un curso que no favorecía a sus actos; no quería tener de enemiga a las personas por sus más recónditos delirios. No quería tener de antagonista a la gente por aquellos delirios huraños que la dominaban últimamente; sin embargo, no eran muy convenientes para ella misma.

En constante reflexión sobre este punto, sentía que su mente estallaría, repentinamente, en un sinfín de reproches e injurias a la sociedad. No habría una razón para poseer consideraciones hacia los individuos que Minerva catalogaba como “seres superficiales”, ya no era cuestión de generosidad al otro, dado que su simplicidad alcanzaba magnitudes portentosas, que en un principio no hubiera podido premeditar.

Creía con ahínco que su bajeza mental no tenía perdón, aseguraba que esos seres abominables que la rodeaban, por su lenguaje pérfido, una mente limitada y sus maneras abyectas de dirigirse a lo que era realmente bueno, deberían ser exterminadas, una tras otra.

Dentro de sí sufría por la devastación de sus juicios, pero los suponía de cierta superioridad, los consideraba acertados e incluso opinaba que les haría un favor a aquellos infelices. Su cabeza era un revoltijo, sus proyecciones, no eran erróneas, pero sí un torbellino de desordenes mentales. No quería deshacerse de esos pensamientos. Era lo que menos desearía, pero la perturbaban demasiado, la perjudicaban a tal grado que por ello se encontraba en ese estado de exaltación.

“Asimilar su existencia”, se repetía para sí, “Asimilar su existencia”, ¿Acaso es la única salida que le quedaba? ¿Asimilar la existencia de esos imbéciles y soportar los desdenes y blasfemias de su conformismo, para seguir fingiendo que vivimos en un mundo de “evolución”?

En un comienzo sí era verdaderamente el progreso; la superación de una psicología y tecnología; no obstante, se han atrofiado en su mal uso y en la aplicación de cursilerías, creyendo que con discursos falsos la gente podrá avanzar.

¡No señores! ¡No es así! Se han equivocado y no están muy lejos de arrojar todo lo aprendido por un barranco para que persevere una ideología simple, ridícula y sin fundamento. ¡Por favor! ¡Dense cuenta de como están obrando! Años de lucha y poder ¿Para qué? Para que unos mediocres arruinen lo establecido y desechen los que somos partidarios de lo intelectual, espiritual y pacífico. No es posible. Esos cerebros destruyen mis ideales.

El contexto en el que estoy no me beneficia, me abofetea con su ignorancia y se burla por la forma en la que deseo sobresalir. Hay una gran incapacidad para que haya un reajuste en la sociedad.  Son líderes del retroceso, de la basura humana y de su analfabetismo estancado. No acepto esta situación; ni la aceptaré. ¡Sean maldecidas sus maniobras mezquinas!

Te puede interesar:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *